Bankia y la narrativa valenciana

1. Llegar a la realidad desde la ficción.

Societat Limitada Ferran TorrentEn su novela Societat Limitada Ferran Torrent describe una escena que estos días no deja de dar vueltas por la cabeza: Francesc Petit, cabeza de lista del imaginario Frente Nacionalista Valenciano para las elecciones autonómicas, se reúne con Antonio Sospedra, Director Gerenal de la caja de ahorros Bancam, para pedirle un préstamo de 125 millones de pesetas con el que financiar la campaña electoral. Para garantizar la solvencia económica de su partido, Petit apela a los buenos resultados electorales que las encuestas le pronostican, y recuerda a Sospedra que los otros dos partidos mayoritarios reciben préstamos mucho más generosos. Se trata, sin embargo, de argumentos de poco peso para el director, quien le replica que el FNV ya está endeudado hasta las cejas y le pide una garantía real de solvencia: «nosotros no vivimos de promesas sino de bienes tangibles. La política no es un bien evaluable. Tenemos que responder ante los impositores y las instituciones».

Parece una afirmación hipócrita pero en el fondo es cierto: debe responder ante la institución que realmente gobierna la caja. Terminada la reunión descubrimos que la persona ante la que responde Sospedra es Júlia Aleixandre, subsecretaria de la presidencia de gobierno valenciano, quien le ha ordenado que no conceda ningún crédito al FNV para forzarles así a acudir a ella. Dado que su partido ostenta la mayoría en el consejo de administración de la caja, Petit le pedirá el crédito a Aleixandre. Ésta, a cambio, le exigirá que entregue a su partido (el «partido conservador») las ocho alcaldías en las que el FNV gobierna en coalición con los socialistas. Todavía ignaro de esta trama, Petit abandona el despacho de Sospedra con el magro botín de dos libros editados por Bancam: uno de recetas de cocina valenciana y otro de rondallas tradicionales. Obra social.

Como decía aquél, cualquier parecido con la realidad es inevitable. No hay que ser muy avispado para ver a Bancaja, que ahora forma parte de Bankia, detrás de esa ficticia Bancam. De este modo, los poco honorables enredos políticos y empresariales descritos por Torrent ayudan a entender, al menos en parte, el desastre bancario que ocupa las portadas de los periódicos de estos días. No es ningún descubrimiento pero conviene recordarlo: el desastre de Bankia lleva muchos años gestándose en el despacho de los Directores Generales de las diversas Bancam españolas: malos criterios empresariales, nefastas dependencias políticas y nulos controles externos han llevado a esta situación.

2. Llegar a la ficción desde la realidad.

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Buscando «Sociedad Limitada» en Google me sale Tamara Falcó. No digo ná y te lo digo tó (fuente: vanitatis.com).

Pues parece ser que Bankia necesitará 23.000 millones de euros para «sanearse», «recapitalizarse», «reinventarse» o [pongan aquí su eufemismo preferido]. Decían en la radio que salimos a unos 500 euros por español. Bien. Apunta Goirigolzarri, el presidente de la entidad, que no se trata de un préstamo sino de «capital»: «es capital y no hay que hablar de devolver nada, sino de crear valor para los accionistas«. Crear valor. Hay que darle valor a esos activos tóxicos. Hay que poner en valor Bankia. ¿No es lamentable la moda esta de «poner en valor» todo? ¿Por qué se usa tanto la expresión? ¿No les parece un horror? Cuidado amigos. Esta clase de nuevos palabros suelen estar al servicio de la ficción, pero esta vez de la mala ficción, la que se usa para enmascarar la realidad y no para iluminarla. Ese «poner en valor» se traduce, en definitiva, en pagar por acciones que no valen nada para venderlas el día de mañana, cuando valdrán mucho más, y recuperar así lo pagado. Simple. ¿Y cómo sucederá esto? Goirigolzarri lo tiene claro: va a hacerlo tan bien al frente de Bankia que en unos años nos quitarán las acciones de las manos. Así, tal cual. Mucha alta finanza y muchos MBAs, pero cuando se planta ante un micrófono para explicarnos el tema el presidente nos sale con el cuento de la lechera. De las ficciones en que quiere envolvernos Rajoy mejor no hablamos, que daría para un par de entradas más.

Conclusión: los protagonistas de este embrollo se valen, vaya usted a saber por qué, de narraciones torpes, cuyo final adivinamos, y que no logran lo que pretenden, que es enmascarar lo que realmente ha ocurrido con Bankia. La ficción de Torrent, en cambio, nos ayuda a entenderlo todo mejor. Para que luego digan que la literatura no tiene aplicación práctica. En fin.

[Las cita es de Ferran Torrent, Societat limitada. Barcelona, Columna, 2002, p. 34, traducida por un servidor. Lo dicho, un crack].

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